domingo, 18 de octubre de 2020

La Rivera de Zafra


 
Quizá en los años en que Rivas Goday elaboró su obra no estuvieran aún consolidadas algunas de las alamedas con las que contamos hoy en día en el térmno de Fuente del Maestre, pero no puede achacarse más que al olvido en que a menudo cae la vegetación de Badajoz la omisión de una floresta como la Alameda de Ladrón, junto a la Rivera de Zafra, de unas dimensiones hasta hace poco proverbiales, según se colige de la toponimia de fincas hoy bastante alejadas de ella y del hecho de que su nombre la delate como un mero lote, adquirido por Ladrón de Guevara tras la Desamortización, de una extensión arbolada mucho mayor, y con una tradición avalada por documentos eclesiásticos y jurídicos que dejan constancia de su importancia pretérita en el abastecimiento de vigas a todos los pueblos aledaños, así como de su antigua riqueza en caza mayor.
 
-Dinámica:
 
Támarix africána
 
En nuestro entorno, cuando las riveras atraviesan lastras y canchales, los atarfes (Támarix africána) se adueñan de los sotos de grava emergentes sobre las aguas, mientras que las adelfas (Nérium oleánder), junto a alguna barda blanca (Sálix salviifólia), lo hacen de las orillas.

Adelfar

Sálix salviifólia

 Frecuentemente se protegen tras una barrera de zarzas (Rúbus ulmifólius), rosales bravíos (Rósa sp pl) y azoferfios (Crat(a)égus monogýna), engalanándose más rara vez con numerosas enredaderas.

 
Parra bravía (Vítis sylvéstris)

Espárragos mocosos (Bryónia dióica)

Solánum dulcamára

Madreselva (Lonícera periclýmenon subspécies hispánica)

Zarzaparrilla (Smílax áspera)

Espárragos de caña (Támus commúnis)
 
En suelos más profundos, las corrientes transcurren entre franjas de zarzas a cuyo amparo se permite, con el fin de estabilizar el cauce e impedir la pérdida de tierra por escorrentía, que las brimberas (Sálix frágilis) colonicen la misma caja y los fresnos (Fráxinus angustifólia), rosales y azoferfios las orillas. 

Azoferfio (Crat(a)égus monogýna)

Fresno (Fráxinus agustifólia)

Brimbe (Sálix frágilis)

Rosal bravío

En barrancas de difícil acceso la banda de fresnos se amplía, creando un ambiente sombrío en que el zarzal se marchita y abre hueco a las plantas nemorales de mayor pujanza en nuestros contornos, al tiempo que en las vegas las alamedas envuelven los fresnos y brimberas alcanzando las mismas aguas

-Zonación:
 
Pýrus Bourg(a)eána

Lo poco que llevamos dicho no deja de entrar en conflicto con el esquema teórico de la vegetación riparia local, que determina una franja de zauces (Sálix atrocinérea) en las zonas de la misma caja más afectadas por los embates de la corriente y una segunda banda de álamos (Pópulus álba) o chopos (Pópulus nígra) a la que sigue otra de fresnos (Fráxinus angustifólia) o álamos negros (Úlmus mínor) según la naturaleza del suelo, más suelta para chopos y fresnos, más pesada para álamos blancos y negros. De hecho, a excepción de las brimberas ocupando el lugar del zauce atrocinéreo, así ocurre en la linde más oriental del sembrado que ocupa hoy el terreno de la antigua Alameda de Ladrón, la cual presenta un regenerado de álamo en su punto más bajo flanqueado a ambos lados por fresnos y álamos negros y, tras el anillo de azoferfios, zarzas y rosales, como testigos de un monte caducifolio no tan vinculado a las riveras, perapanes (Pýrus Bourgaeana), entre ellos el único plenamente adulto de nuestros contornos.

 Lo que resulta llamativo aquí es que la adelfa, considerada integrante de todos los bosques riparios más cálidos y de su orla, llegue a desaparecer por completo allí donde la alameda cierra su bóveda. No ocurre así en la Alameda del Recuero. Quizá se deba a una ausencia natural de álamo negro, pero lo más probable es que se deba a la estrechez a la que la dejó condenada la huerta que le robó el terreno, lo cual permite la entrada por sus flancos de suficiente luz como para que la adelfa prospere.

Alameda de El Recuero, entre Feria y La Lapa

 Del mismo modo el fresno, árbol propio de montes menos afectados por riadas, más longevos y de crecimiento más lento, se comporte a menudo (ya lo apuntaba Rivas Goday) como pionero respecto a otro más frugal como el álamo, y quede subordinado a él en un estrato inferior. Pero así parece desprenderse de las reliquias de lo que fue nuestra mayor y mejor arboleda de estas características.
 
-Estructura:
 
Separada hoy del cauce varias decenas de metros, la Alameda de Ladrón muestra, tras un muro de azoferfios, rosales bravíos y zarzas, dos regueros principales flanqueados por fresnos, álamos y rebrotes de álamos negros cuya sombra está viendo desaparecer de forma alarmante un nada despreciable grupo de las herbáceas nemorales riparias y de fondos de valle más características del suroeste peninsular. En torno a estos dos ejes principales se extiende una joven alameda que ni siquiera ha logrado sofocar por completo el zarzal que le permitió instalarse y que aún adolece de una acusada pobreza en yerbas y enredaderas. Una situación cada vez más común en nuestros bosques de este tipo: para encontrar restos del estrato escandente nos tenemos que desplazar a Feria, en cuyas torrenteras, por el contrario, es el elemento arbóreo lo que se enrarece por la escasez de tierra en los terrenos que atraviesan y el estiaje desolador de sus corrientes, hasta el punto de quedar confinado a unas pocas pozas que, todo sea dicho, gracias en buena medida a la sombra del arbolado que las circunda, conservan agua durante todo el verano. Podría pensarse que la poca prolijidad en sarmentosas de las alamedas fontanesas se deba a una mayor aridez climática que viniera ya de antiguo, pero la idea cae al comprobar que en Villafranca, sin ir más lejos, a una distancia aún mayor respecto de las sierras, todavía encontramos testimonios de las especies citadas en Feria, Zafra o La Lapa, si bien de forma cada vez más finícola (faltan la zarzaparrilla y la parra bravía, y Lonicera hispánica se comporta como caducifolio de verano.
 
-Composición florística:
 
 
Aun así, bajo los árboles más vetustos de La Alameda de Ladrón se producía una de las floraciones primaverales más espectaculares que podían contemplarse en nuestras latitudes. En el espacio más estrictamente nemoral, sólo alguna herbácea anual como Gálium aparíne prosperaba.

Gálium aparíne

 Eran yerbas eminentemente vivaces las que tejían una tupida alfombra, muy uniforme, bajo las sombras más densas. Muchas resultaban comunes en todas nuestras alamedas: Állium ampelóprasum, oleráceum vineále, Árum itálicum, Gladíolus itálicusPiptathérum milliáceumSmýnium ólus-átrum…

Ajoporro (Állium ampelóprasum)

Állium oleráceum

Állium viminále

Candileja (Árum itálicum)

Gladíolus

Yerba del cólico o de los caballos (Piptathérum miliáceum)

Smýrnium ólus-átrum

Otras, por el contrario, faltaban en la mayoría: Állium n(e)aplitánum y róseum, Aristolóchia paucinérvis, Cárex divúlsa, Festúca arundinácea, Íris f(o)etidíssima...

Állium n(e)apolitánum

Állium róseum

Aristolóchia paucinérvis

Festúca arundinácea

Cárex divúlsa

Íris f(o)etidíssima

También, junto a los veneros, Agróstis nebulósa, Cárex cuprína, Ranúnculus ficária, Schrophulária auriculáta…

Ranúnculus ficária

En torno a las ruinas de viejos muros y represas no era raro ver Thápsia gargánica y Vínca diffórmis.

Thápsia gargánica

Vínca diffórmis 
 
A medida que nos acercábamos a la orla les iban comiendo más y más terreno anuales como Cynosúrus sp, Lámium purpúreum, Fumária capreoláta, Geránium columbínum, Rhagadíolus edúlis, Stellária média, Tórilis arvénsis, Verónica pérsica...

Cardámine hirsúta

Cynosúrus élegans

Fumária capreoláta

Geránium columbínum

Lámium purpúreum

Rhagadíolus stellátus subspécies edúlis

Tórilis arvénsis

Verónica pérsica

-Etapas seriales:

Hoy en día este tipo de bosque ha visto menguada drásticamente su extensión en toda la provincia, pero hasta hace poco resultaba conspicuo, dada la riqueza que encerraba no sólo en madera, brimbe, setas y caza, sino también en pastos estivales provistos de agua y de una sombra vital para el ganado. Alli donde esas mismas orlas descritas soportaban el trasiego de animales prosperaba uno de los pocos pastizales de nuestro entorno que se mantienían verdes todo el año, guardando al mismo tiempo un nada despreciable valor pascícola. El reciente desbroce del retamal con acerolos (Crat(a)égus azarólus x monogýna) adyacente a la Alameda de Ladrón en concreto y de todos los retamales de La Fuente en general, según la opinión local de que "la retama da un pasto muy malo", las roturaciones masivas de los baldíos tradicionales, la intervención con herbicidas y cortacéspedes en sus lindes y la quema sistemática de las choperas en los últimos años lo han reducido a la mínima expresión, pudiéndose observar ahora sólo bordeando el Arroyo HondoAllí, los chopos (Pópulus nígra), los pocos restos de álamos negros y los azoferfios se rodean, hacia la corriente, de Agróstis nebulósa, Cárex híspida, Festúca arundinácea, Méntha suavéolens, Plantágo májor o Póa triviális...

Cárex híspida

Póa triviális

Plantágo májor

...hacia el exterior, se extienden Agropýrum tenéllum, Brachypódium ph(o)enicóides, Dáctylis hispánica, Desmazéria rígida, Dípsacus fullónum, Élymus répens, F(o)enículum vulgare, Hypéricum perfoliátum, diversos juncos y tréboles,  Onónis spinósa, Sálvia argéntea, Sónchus tenérrimus, Stáchys germánica, Vícia satíva subsp. nígra o, entre las piedras, Arrhenathérum álbum, Hyparrhénia hírta,  Phlómis lýchnitis y hérba-vénti…

Stáchys germánica

Las riveras de Guadajira, Robladillo y Zafra pierden gran parte de estas especies, pero añaden Agróstis  castellána, Pourretii y stolonífera, Asplénium trichómanes, Bituminária bituminósa, Gastrídium ventricósum, Hólcus lanátus, Íris planifólia, Narcíssus Fernandesii, Mandrágora autumnális, Thelígonum cynocrámbe...

 ...y, antes de la construcción de la presa de Villalba, Hermodáctylus tuberósus...

 El arroyo de Molano, por su parte, lo enriquecía con Alopecúrus arundináceus, Festúca ámpla

Se trata de un hábitat catalogado como de interés comunitario por su riqueza en orquídeas, con lo que conviertía nuestras choperas más añosas en un patrimonio digno de conservación, pero el chopo, por muy naturalizado que esté (sobre grabas se impone a todos los demás árboles en buena parte de la Península Ibérica), como las investigaciones antracológicas no hacen ordinariamente distinción entre su rescoldo y el de los álamos y zauces, lo consideraremos junto a "Flora iberica" traído de oriente por pueblos de la Antigüedad. 

 

-Contactos catenales:

 

Algo distinto parece el caso del álamo negro: si bien la mayoría de sus formaciones en nuestros alrededores pueden considerarse de origen artificial, ya sea por su vinculación a huertas, molinos y puentes (como la de Cigarrito y la ya desaparecida de Los Diez Ojos en La Fuente o la de El Rincón en Los Santos) ya por la disposición de sus individuos (en Robladillo, sobre caballones paralelos) no faltan detalles que hablan en favor de su endemicidad e incluso espontaneidad, como la presencia aleatoria (pero bastante regular) de álamos negros por toda la Alameda de Ladrón y la aparición bajo sus ramas de plantas nemorales que no se dan en ningún otro punto de La Fuente o raramente lo hacen, algunas quizá escapadas de antiguos cultivos, como Hermodáctylus tuberósus, Vínca diffórmis y las formas más glabras de la Melíssa, pero otras de indudable carácter espontáneo: alguna especie de Állium con tépalos cortos, Bíarum arundánum y dispar, Cárex híspida, Cynoglóssum créticum, Íris f(o)etidíssima, Saponária officinális, Stáchys germánica…

A esto se le añade que en todas las exploraciones antracológicas del área aparezca el álamo negro, y no de la mano de la invasión romana, como cabría suponer por su maridaje en ese entonces con la vid, sino más bien en épocas más remotas y ligado a un bosque ripario constituído no sólo por álamos sino también alisos (Álnus), avellanos (Córylus) o nogales (Júglans), todo envuelto por una fronda de agalleros que contaba en los barrancos más escondidos con ojaranzos (Céltis), áceres (Ácer), acebos (Ílex), guindos (Prúnus ávium) e incluso tejos (Táxus) y abedules (Bétula). 

Yendo aún más allá, llama enormemente la atención la falta casi absoluta de fresnos en el interior de Los Barros, viniendo el álamo negro, como corresponde a la naturaleza tan pesada de los suelos, a ocupar su lugar. En la mayoría de casos sus manifestaciones se reducen a meras hiladas que flanquean los arroyos, pero en zonas como la de El Venero, en el término de Villafranca, se rodea de una flora que no aparece ni siquiera en los rincones mejor conservados de toda el área hasta llegar a las sierras de Zafra o Feria. Lo más sencido de su suelo se cubre de candilejas (árum), de cañarejas (férula), de cárices (C. divúlsa), del fenal de los bosques (Brachypódium sylváticum) y de los lirios llamados con tan poco acierto en Botánica "fétidos" (Íris f(o)etidíssima), con botones de oro (ficária) en las zonas de encharcamiento más prolongado.

 El subvuelo lo llenan rosales bravíos (Rósa), mariselvas (la subespecie hispánica de Lonícera periclýmenon) y esparragueras de caña (Támus), mocosas (Bryónia) y negras (Aspáragus) 

 

Allí donde se ve favorecido por el pastoreo prende el pastizal atlántico por antonomasia, el presidido por una yerbajoyo (Lólium perénne) que aquí se refugia a la sombra de los árboles más exigentes en humedad y se hace acompañar de un llanté (Plantágo lanceoláta) distinto al de los prados más septentrionales (P. májor), así como de margarita (Béllis sylvéstris), del lastón (Festúca arundinácea), de la centinela (Dáctylis) o de varios tréboles (Trifólium, Melilótus), carretones (Medicágo) y arvejacas (Vícia)

Como se puede apreciar, se dan cita plantas tanto ligadas a series edafohigrófilas como climatófilas. De hecho el álamo negro alterna y se mezcla en las orillas del arroyo con el blanco y, hacia el exterior, con olivares y carrascos (Quércus rotundifólia) dispersos en riscos y barrancas, restos de lo que debió de ser un terreno más agreste. Esto se ajustaría a la catena de vegetación defendida por la Fitosociología, que propone en nuestras latitudes un corte tajante entre la fresneda o alameda por un lado y, por el otro, el carrascal...

...O azauchal, si nos guiamos por la tesis de que el carrasco fracasa en la colonización de vertisoles con fenómenos de dilatación y resquebrajamiento notables a causa de una alta pluviometría. Bien es cierto que Los Barros de Badajoz no reciben lluvias muy generosas a lo largo del año, pero sí unas temperaturas sofocantes ligadas, aunque cada vez con menos frecuencia, a fuertes tormentas que provocaban el entumecimiento y agrietamiento del suelo en cuestión de horas.

Sin embargo, ni la Antracología ni la experiencia apuntan del todo a tales hipótesis. No hace falta ni alejarse mucho de El Venero ni acudir a zonas más frescas para encontrar vástagos de los bosques drúidas de otros tiempos (cf. https://sierradelaparrabadajoz.blogspot.com/)